IN MEMORIAM: THOMAS BURGENTHAL Z”L

“I will show you fear in a handful of dust.”  The burial of the dead, The Waste Land (1922), T.S. Elliot.

Roberto Palomo-Silva

Tuve el privilegio y gran honor de conocer y tratar al Juez Burgenthal, recientemente fallecido, durante el tiempo que serví como Embajador, ante el Reino de los Países Bajos y él ocupaba su judicatura, ante la Corte Internacional de Justicia. Curiosamente nuestros primeros contactos fueron alrededor, de la publicación de su extraordinaria obra, autobiográfica, A Lucky Child (2007), un relato alrededor de su sobrevivencia, durante los horrores del Holocausto, siendo un niño, experimentó la terrible “marcha”, caminando desde Auschwitz, transportados – solamente tres niños lograron completar la terrible “marcha” – luego a Sachsenhausen donde fue liberado, por tropas rusas, posterior a su liberación y protección por la Cruz Roja noruega, emigró, a los Estados Unidos, completando sus estudios, hasta los más altos niveles, y, a partir de dicha formación, desarrollo una impresionante carrera, tanto como Profesor y Jurista, Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y claro, después ocupó una silla, en la Corte Internacional de Justicia. Mientras seguía y estudiaba diversos casos, más de alguna vez platicamos sobre Centroamérica, región que visitó y conoció profundamente. No repito acá los detalles, de su extraordinaria carrera y dedicación a los Derechos Humanos, la Justicia y el Derecho puesto son ampliamente conocidos y el respeto, por el Juez Burgenthal, de pleno conocimiento.

Alguna vez pensé y consideré– hubo un tiempo, que mi palabra y voz, eran escuchadas, por los que se ocupaban de estos temas -, lo llegué incluso a proponer, en un documento que elaboré, para uno de los Cancilleres del país, claro no hubo respuesta, mi idea era, que si Guatemala, se encontraría, entre los dos grandes sistemas dominantes, en la Corte al momento de someter su Caso, a saber el sistema anglo-sajón o sea del common law y por la otra parte, aunque minoritario, sumamente influyente, el modelo francés, muy arraigado, en la América Latina, la intuición decía y más de algún conocimiento, sólido y bien fundado, que nuestra mejor opción, debía ser un modelo híbrido , en el que nuestras mejores opciones, girarían al plantear el Caso desde una visión, distinta a la conocidísima, oposición dialectico-estructural, derecho napoleónico codificado o un sistema basado en precedentes y casos, establecidos por las distintas Cortes, de las distintas jurisdicciones, un derecho construido por jueces y no por legisladores, como es el caso de nuestro derecho, derivado principalmente del derecho civil y sobre todo, normado y codificado, a través de sistemas legislativos. En más de un momento, pensé en el Juez Burgenthal como nuestro Juez ad hoc, claro, las cosas no caminaron la senda, que concebía era nuestra mejor opción. No viene a cuenta entrar en esas historias o cuestiones anecdóticas, reservadas, para recuerdos o platicas nostálgicas, de café. Lo tal vez mas relevante eran nuestras conversaciones, sobre cómo poder presentar un caso, que pudiera circunvalar las posiciones clásicas, dentro de lo generalmente conocido como stare decisis y los derechos codificados. Un modelo hibrido tenia, que tener una mirada al Völkerrecht y a las nuevas tradiciones latinoamericanas. Eventualmente, las cosas se movieron hacia otras latitudes y los vientos soplaron, en otras direcciones. Es fácil contrargumentar y asumir, que los casos sometidos serán considerados y evaluados a la luz de los principios del Derecho Internacional General y Consensuado, lo cual es absolutamente correcto, apodícticamente indiscutible, es así y no puede ser de otro modo. Sin embargo, hay horizontes de interpretación, las lecturas se hacen a partir de concepciones y sistemas, nadie prescinde de su formación y sus constructos conceptuales, eso lo pude ver muchísimas veces a lo largo de mis años, siguiendo diversos y complejos casos. Es por eso que existen disputas y controversias. Las reglas hermenéuticas, aunque heurísticamente neutrales, no son aplicadas de la misma manera, hay escuelas de pensamiento y teorías divergentes, cómo no van a darse sistemas en conflicto o normas interpretadas de distintas maneras. Es imposible evitarlo.

Los sobrevivientes del Holocausto son personas especiales y extraordinarias cuyas experiencias, tragedias y sufrimientos son un testimonio y relato del horror y terror, que la maldad extrema son capaces de someter a otros seres humanos. Nunca me ha gustado el uso extensivo del término “genocidio”, acuñado dentro del Derecho Internacional por cierto, a pesar de los Tratados y Convenciones internacionales y regionales, cuyo uso y empleo recurrente se ha hecho palpable en casos de cuño notoriamente políticos, siempre he compartido la prudencia máxima, mesura ponderada, en el uso de este término altamente sensitivo y que toca a seres humanos cuyos sufrimientos son incomprensibles, la deshumanización es patente, lamentablemente vemos con asombro, que no es el caso, hoy día asistimos a una importante alza en ataques y muestras evidentes, de un antisemitismo expandido globalmente. El Juez Burgenthal no fue solamente un sobreviviente, lo fue en cuanto y en tanto, niño, obligado a la separación y al dolor inmenso de la perdida, de su padre y otros miembros de su familia. Tal vez o probablemente por esto, era poseedor de una bondad y generosidad muy especiales, casi mágicas, algunas personas son tocadas por la luz, para expandirla, para llevarla al resto de un mundo cargado de obscuridad. Tanto como notable jurista y Juez, investido de esa condición tan especial de los grandes Jueces, profundos conocedores del derecho y la justicia, sino también y sobre todo, del misterio de la condición humana, sabía mejor que nadie aunque ha habido y hay unos pocos, que lo han llegado a comprender, que en el mundo abstracto y de principios, normas y reglas, la ausencia del persona humana es demasiado importante y no se le debe postergar más, su trabajo en el campo del Derecho de los Derechos Humanos dejó una huella y un legado al más alto nivel y su generosidad y bonhomía son ejemplos a seguir e imitar constantemente, como solamente los grandes Jueces lo saben hacer. No puede ser más apropiado al final de este breve In Memorian, cerrar con las bendiciones judías, que vienen muy a cuenta, que la memoria de los justos, entre ellos Thomas Burgenthal, sea una bendición, para toda la humanidad. Baruch Dayan ha’ Emet (ברוך דיין האמת).

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